lunes, 7 de noviembre de 2011

La invención de un mito rockandrollero*



Con su novela Luz estéril Iván Ríos Gastón había conseguido retratar a la generación que en los noventa vivía su juventud: drogas, aburrimiento, experiencias extremas… Ahora, con su libro Broadway Express consigue, además, inventar (para esa generación y para cualquier lector) un nuevo mito de la música: Ian Beckam. Asimismo, nos revela un Nueva York con reminiscencias del 11 de septiembre, pero que ha superado ese único suceso para transformarse en la capital de un universo literario.

Compuesto de cinco aparentes cuentos, Broadway Express es en realidad una novela divida en cinco capítulos, pues los personajes que cruzan por estas páginas, además de interactuar entre las diversas historias, van más allá de la anécdota que se vive en los relatos. Son individuos quienes crecen a lo largo del texto: están bien trazados y por eso los sentimos junto a nosotros, los vemos sentamos en el Metro que a diario abordamos, los escuchamos hablar y nos interesan sus palabras: “no teníamos hijos ya que, por fortuna, Debra es tan egoísta como yo”, “la religión, al menos, es un defecto histórico-cultural. Con tantos siglos de hegemonía, se ha ganado el derecho a decepcionarnos”.

Estos cinco momentos que Ríos Gastón le robó a Nueva York se podrían resumir en la ilusión de un hombre porque sea verdad lo que dice el libro El secreto y así, al decretar que una mujer se enamore de él, lo consiga; el abandono de dos amantes y la travesía de una de ellas por las calles de esta ciudad donde encontrará sensual a una mujer gorda; la canción que comparten dos amantes y la fascinación que él siente por oír las aventuras sexuales de la mujer a quien se niega a penetrar; la búsqueda de un reportero sobre la verdadera causa de la muerte del rockero Ian Beckam, y la decadencia de Max Stein, afamado crítico literario quien pierde la cordura cuando una mujer lo abandona.

Broadway Express logra envolvernos en una atmósfera donde es posible escuchar el soundtrack que resuena en cada relato: “la nostalgia de Diane fue desplazada por la imagen de Johnny Cash que sonaba en mi mente y, sobre todo, por la ansiedad que me inspiraban la paz, la libertad recuperada y la aventura”. Asimismo, Ríos Gastón se burla de sus personajes y de esta forma los vuelve más entrañables: “cuyo lujo eran dos pilas de libros, otra torre semejante de compactos y unas cuantas películas de cine de arte, los tesoros de un esnob frustrado”.

Sin embargo, todos estos encantos quedan de lado al leer sobre Ian Beckam y su historia contada por un reportero quien da seguimiento al asesinato del rockstar. Es una mezcla de nuevo periodismo, con tintes filosóficos, con música de fondo y con un personaje decrépito (pues “los genios son más imperfectos que el resto de los mortales”) que resulta incomprendido por todos quienes lo rodean, menos por el lector. “Una historia está hecha de alegorías. Para descubrirlas, sólo necesitas un poco de paciencia…”, se lee en algún momento.

Hay en esta parte de la novela momentos vívidos que se pueden visualizar, como si estuviéramos disfrutando una película mezcla del antiguo Woody Allen, con música de Joaquín Sabina, frases del El guardián entre el centeno y nos lo estuviera relatando Truman Capote: “‘Ah, Todo se debe a que no sabes lo que estoy haciendo… Te lo voy a mostrar…’”, le contesta Ian Beckam a su esposa, durante una pelea marital antecedida por días esquivos, por drogas, por infidelidades, “Tomó la guitarra y cantó ‘Ghost’s Diary’, quizá la rola más hermosa del Barren Light, y me derrumbé completamente… ¿Quién es ella?, le pregunté cuando acabó. Sin dudarlo, respondió: Se llama Sarah. Es modelo. Neoyorquina. She put a spell on me… Y como una lluvia torrencial, los recuerdos me empaparon de arriba abajo”, señala la desencantada esposa.

De esta forma, Broadway Express es un libro en donde el lector termina siendo cómplice de los personajes; donde cada vez que ellos sufren, el corazón duele, y donde así como en Luz estéril las personas nacidas en los setenta podían sentirse personajes secundarios que habitaban esas páginas, ahora en esta novela el lector se transforma en un voyeuar sentimental que llora por la muerte de Ian Beckam y se regocija con cada una de las felaciones que humedecen esta novela.

Ríos Gastón, Iván (2011), Broadway Express, México, Ediciones cal y arena / Círculo Editorial Azteca, 280 páginas.

* Publicado en Adefesio.com

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