jueves, 17 de diciembre de 2009

Lunar park: una pelea entre realidad y ficción



Lunar Park no parece una novela de Breat Easton Ellis (BEE), no del Bret Easton Ellis que escribió American Psycho. Sin embargo, que el personaje principal se llame Breat Easton Ellis, que haya escrito American Psycho (Menos que cero y Las leyes de la atracción), que haya entrado sin rienda en el mundo de la joven literatura norteamericana, de las drogas y los excesos nos permite reconocer que si no es BEE quien escribió esta novela, al menos es alguien que lo conoce a la perfección.
Así, Lunar Park comienza con BEE haciendo un recuento de su ascenso en la literatura y su consecuente derrumbe en la vida personal. Por ello, para escapar de todo ese pasado, de las mujeres que lo han amenazado por crear un personaje tan misógino como Patrick Bateman, decide casarse con la actriz Jayne Dennis, con quien hace algunos años tuvo un hijo.
Los primeros meses de convivencia resultan atroces: el niño, quien no lo reconoce como padre, lo desprecia; tiene problemas con Jayne, y la única persona que lo estima es Sarah, la hija que Jayne tuvo con otro hombre. A pesar de todo, las cosas no parecen ir peor que cuando Ellis se la pasaba entre drogas y excesos.
Hay algo, sin embargo, que lo tiene desconcertado: la desaparición de niños (de la edad de su hijo) y que recibe correos que son enviado justo a la hora cuando murió su padre (en quien por cierto se basó para crear al personaje de American Psycho). Además, durante una fiesta de Halloween aparece un hombre disfrazado de Patrick Bateman y un juguete de Sarah (un pajarraco llamado Terby) se ha salido de control y parece amenazar la seguridad no sólo de la niña, sino la vida entera de Bret.
Lunar Park es una gran novela de terror, donde no se distingue entre la realidad y la fantasía, donde un personaje supuestamente real (BEE) atraviesa por una resaca de abstinencia de drogas y la subsiguiente recaída. Es una novela que está ligada con American Psycho, pero que puede leerse sin conocer al yuppie asesino que es Bateman. Es, además, una historia que por partes puede resultar inverosímil, pero que en el mundo de Ellis resulta más que real, apabullante. Aquí no hay drogas (o al menos no se ven en todo el texto), no hay asesinatos, no hay marcas y más marcas; en Lunar Park todo esto es parte de la vida de un escritor rico casado con una actriz millonaria a quienes las marcas no los definen como personajes, sino que son parte de su cotidianidad.
Lunar Park es una gran metáfora del escritor que debe entenderse con sus fantasmas, que debe afrontar su pasado en el cual se basó para crear y que debe asumir las consecuencias de todo lo que sale de su imaginación, es BEE que “arremete contra su propia biografía”. Llena de morbidez, de escenas descarnadas, en este libro Ellis no recurre a descuartizamientos ni escenas pornográficas para provocar náuseas en el lector. Esta vez, en esta novela, es el propio Breat Easton Ellis quien nos provoca asco y terror.

Ellis, Breat Easton (2006), Lunar Park, México, Mondadori, 382 páginas.