jueves, 28 de octubre de 2010
Las cosas más tontas nos complican la vida*
Acostumbrado a una rutina, Mario Rota un día decide cambiar. Así que sale a correr y toma la ruta inversa a la de siempre. Sin embargo, algo hay en el ambiente (una especie de bruma o irrealidad) que lo hacen sentirse próximo al otoño y a la vez extraño. En medio de sus cavilaciones, al intentar brincar unas dalias, se tuerce el pie y entonces comenzará ese largo y sarcástico viaje que es la novela El inquilino, de Javier Cercas (España, 1962).
Mario Rota es un italiano que funge como maestro de fonología en una universidad del Medio Oeste de Estados Unidos. Hace ya tres años que publicó su último trabajo académico en una revista de medio pelo y se ha acostumbrado a impartir tres cursos que le permiten bien vivir en la mediocridad de una vida supuestamente académica. Bebe a solas en su departamento, sus vecinos lo consideran un depravado y “confunde el amor con la debilidad”. Además, está enamorado de Ginger, una muchacha más joven que él y que ha sido su amante el último año, pero justo cuando ya está decidido a formalizar esa “relación” todo su mundo se vendrá abajo.
Él se define aún más: “Es como una condena; querer siempre lo que no se tiene y no querer nunca lo que se tiene. Basta que consiga algo para que deje de tener interés para mí. Supongo que la ambición nace de cosas como éstas, pero yo ni siquiera soy ambicioso: carezco de la fuerza precisa para desear constantemente”.
Aunado a lo anterior, la llegada del afamado profesor Daniel Berkowicz, terminará por dar al traste a la vida de Mario: se convertirá en su vecino, en el nuevo asesor de tesis de Ginger y quien despoje al protagonista de todo lo que tenía.
Con un lenguaje sencillo y fluido, esta novela nos hace partícipes de la vida del bufón en quien se convierte Mario Rota. Además, nos permite entender que cuando uno decide correr por el lado opuesto “las cosas más tontas nos complican la vida”. Es, por decirlo de algún modo, un encuentro con un hombre rutinario que podría ser cualquiera de nosotros y que al mostrarlo de forma tan fiel nos provoca una risa nerviosa ante la evidencia de vernos reflejados.
Lo es todavía más porque ese personaje se sabe un perdedor, pero a pesar de ello no quiere enfrentar las consecuencias. Incluso llega a retar al personaje que le sirve de conciencia, el profesor Olalde, quien en un arrebato y ante la necedad de Mario le recrimina: “ya me ha pasado la época de ser indulgente conmigo mismo; cuando se llega a mi edad sólo los idiotas y los que tienen vocación de esclavos condescienden a la indulgencia”.
El inquilino es un retrato mordaz y certero de las personas que viven tal como la vida se les presenta. Pero detrás de todo ese patetismo hay un humor que hace agradable desde la primera palabra hasta el punto final. Del mismo autor también son muy recomendables Soldados de Salamina (en donde aparece como personaje el tan celebrado Roberto Bolaño), Relatos reales y El vientre de la ballena.
Cercas, Javier (2005), El Inquilino, Barcelona, Acantilado, 154 páginas.
*Publicado en Adefesio.com
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