lunes, 18 de octubre de 2010

Amar gracias al espiritismo*


Hay historias de amor que trascienden la muerte: unas como leyenda y otras por el espanto que provocan. La que narra Marcelo sobre su amigo Loredano y su amada Lodoiska, en Mors ex vita, ha logrado llegar a nosotros debido a que Clemente Palma (Perú, 1872-1946) hizo de ella una novela gótica, oscura, mágica y quizás una de las primeras expresiones fantásticas en la narrativa latinoamericana.

Empecemos por el romance: Loredano conoce a Lodoiska demasiado tarde, ella está a punto de casarse y el amor que él siente es irrealizable. Pero, ¿qué hace diferente a este relato? Loredano, como muchos de los jóvenes acaudalados de la época, está impresionado con el espiritismo y no se cansa de practicarlo. De nada le sirve al incrédulo Marcelo explicarle a su amigo que “esa llamada ciencia de los espíritus está compuesta de un cincuenta por ciento de superchería, un cuarenta por ciento de fantasía y perturbación nerviosa, y el resto de cosa desconocida”.

Así, el narrador Marcelo nos entera cómo su amigo cae en cama gravemente enfermo el día cuando le informan que Lodoiska ha muerto. Ante este evento, tres tías llegarán a cuidarlo y se irán inmiscuyendo en la vida del sobrino hasta que éste las convenza de realizar una sesión espiritista con la esperanza de que su Lodoiska se presente ante ellos. Marcelo acudirá a las primeras sesiones y atestiguará cómo una de las tías, Marta, es una excelente médium.

Debido a su ánimo adverso a estas experiencias, Marcelo será excluido y a partir de ese instante, la historia macabra adquirirá tintes de una sensualidad enfermiza que incluso pueden llegar al incesto (en algún momento una de las tías pronunciará: “Aquí nos tienes, una vez más, obedientes a tus deseos y dispuestas a hundirnos en el lúgubre misterio que nos está matando”).

Clemente Palma, hijo del famoso escritor Ricardo Palma, trabajador de la Biblioteca Nacional de Perú y fundador o director de importantes revistas peruanas de principios de siglo XX, muestra en esta novela breve un gusto por lo malsano y logra convencernos de que incluso el más incrédulos de los hombres en ocasiones debe asumir que existen hechos más allá de su comprensión. No en balde, el personaje Marcelo nos advierte desde el inicio: “Creo que no es prudente ni útil profundizar mucho la investigación de los fenómenos misteriosos”.

En este libro nos toparemos con la sensación de que lo oscuro, lo enfermizo y lo erótico en ocasiones son necesarios con tal de experimentar el amor. Por ello, Mors ex vita (el título hace referencia a que la muerte surge de la vida) es una historia muy parecida a las que contamos cuando se trata de hablar de cosas sobrenaturales: todos aparentamos no creer en el hecho fantástico o de terror, pero en el fondo sentimos que la piel se eriza y que tras la cortina o en la oscuridad hay algo extraño que amenaza con hacernos daño.

Es, además, una historia como la que cuentan los ancianos: llena de vida en cada una de sus palabras y dosificada de tal forma que uno llega al final con la ansiedad de saber cuál es el desenlace, con tal de que podamos respirar tranquilos nuevamente. Es, en sí, lo que su autor le explicó alguna vez a su hija: “[uno de esos] cuentos para niños grandes, cuentos amargos que si tú los comprendiera sentirías tu pequeña almita desolada y triste”.

Palma, Clemente (2005), Mors ex vita, México, UNAM, 64 pp.

*Publicada en Adefesio.com

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