domingo, 7 de marzo de 2010

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Perfil: Mujer, 31 años










“Viajé a Barcelona tal vez para estar más cerca de Vila-Matas, de algún escritor de mi biblioteca. Quién sabe. Suena ridículo, pero aunque no lo conozco, quiero estar más cerca de él”, dice A.A., una escritora y bloguera nacida en Chile y que ha viajado a Barcelona para terminar una novela, misma que ha olvidado cómo escribir a partir de que llegó a la ciudad española. Entonces el viaje se convierte en un aprendizaje, primero a través de los libros y sus autores preferidos, y después gracias al contacto con amigos que conoce en una biblioteca que jamás se sabrá si es real o imaginaria.
A.A. escribe además de su experiencia como inmigrante, ese ir encontrando padres adoptivos en el camino. “Se va armando de biografías paralelas. Infinitas. Padres y biografías que debe aprender a trozar para reunir todo en una sola y gran biografía, finalmente. Lanzarnos desde cualquier cima para olvidarnos de todas ellas”. Es un retrato del escritor que imita a su autor preferido, que lo alaba, hasta que debe asesinarlo para continuar su aprendizaje.
Por ello A.A. nos revela los apellidos que a diario lee (Kafka, Bernhard, Bolaño, Borges, Cortázar, Vila-Matas, Bukowski, Dostoievski, Roth, Tabucci...), a quienes regresa cada que tiene una duda, quienes le van dando la teoría que ella cree necesitar para terminar la novela de una niña que va al río a mirar sapos, envuelta por una tormenta que sólo se desencadena al final de otro libro: Diario de las especies, de Claudia Apablaza (Chile, 1978).
Este Diario, es a la vez un blog (con entradas, amigos que le escriben a A.A., un joven que le pide vuelva a Chile, y un amor que A.A. ha encontrado entra las estanterías de la biblioteca en donde a veces duerme), pero también la novela que A.A. desdibuja a lo largo de su posts. Así transcurren nueve meses, hasta que el blog deja de escribirse y da pie al final de la novela de la niña que le gustaba observar los sapos y quien es la misma que trataba de ficcionalizarse para darle salida a todos sus temores: A.A.
Claudia Apablaza nos ofrece un estupendo diario (blog) donde surge una escritora, pero no por la historia que al final terminará escribiendo, sino por todos los personajes que le dan cuerpo a esta mujer llamada A.A.; va creando con nombres de escritores, con teorías literarias, con sueños y con la experiencia del día a día, un personaje quien viaja para hallarse a sí mismo. Ocurre, como Apalabaza confiesa, “uno siempre tiene, antes de comenzar a escribir una novela, una frase en mente y desde ahí se desarrolla y despliega”. La de Apablaza es A.A., una autora con miedo al fracaso, pues las editoriales le han rechazado sus escritos seis veces; con temor a copiar a otro y a sí misma; pero también es una escritora que sabe del mundo que la rodea: “El tiempo de las novelas es el tiempo de las editoriales; y el tiempo de las editoriales es el tiempo de las librerías; y el tiempo de las librerías es el tiempo de los dueños de las carnicerías y grandes tiendas que ponen una librería para rebajar impuestos. Hacen pasar carne y bragas por libros”.
Al fin, es lo que se cuenta a lo largo de Diario de las especies lo que importa, y no tanto cómo termina, pues “muchas veces los finales de las novelas no son de mucha relevancia. Hay que hacerlo. Es un signo de buena educación”.

Apablaza, Claudia (2008), Diario de las especies, México, Jus, 160 páginas.

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