miércoles, 31 de marzo de 2010

"Si alguna vez escribo un libro importante, será un libro de recuerdos"


¿Con qué finalidad se lee el diario de un escritor? ¿Para descubrir la forma cómo ideó su literatura, para conocer sus influencias literarias, para saber quién es el escritor que hay detrás de las palabras? Si la respuesta es sí, entonces no habrá que acudir a La tentación del fracaso de Julio Ramón Ribeyro, pues en sus diarios, que abarcan de 1950 a 1978, lo que menos se podrá encontrar es eso.
Empecemos por suponer que no sabemos quién es Ribeyro y basémonos en el personaje que se descubre en sus páginas. ¿Quién es el hombre detrás de este diario? Un joven peruano que salió de su país rumbo a París para no volver sino de forma incidental, a causa de un problema familiar que debe resolverse, para recoger las ganancias de sus libros. Es, también, un viajero enamoradizo, que de joven tiene pocas cosas que contarle a su diario, pues privilegia la vida, las borracheras, el tabaco, los amigos.
Julio Ramón tiene una ascendencia intelectual en Perú, su abuelo fue rector de alguna Universidad, su padre gran empresario, un tío posee una de las mayores fortunas del país. Pero a este muchacho, por los años cincuenta, se le ocurre que quiere escribir y busca en la bohemia el primer acercamiento a sus sueños. Tras la muerte del padre, empieza un camino que nunca ha de acabar, el de la mortificación económica: Ribeyro busca quién lo invite a cenar, quién le regale un cigarro; vende sus libros con tal de pagar viajes, la renta; sale huyendo de pensiones en diversas ciudades (Lima, Madrid, Berlín, Hamburgo, Francfort, París), se enamora de mujeres que no hablan su mismo idioma. Y en medio de todo eso, lo único claro son sus dudas respecto a que valga la pena ese tipo de vida, esas tardes frente a la máquina de escribir; su anhelo por publicar (con la única finalidad de ganar un poco de dinero):
"¿Tienes acaso inventiva, talento creador, clarividencias o fuerza dramática? No, no tienes nada de eso. Y así quieres vanagloriarte de hallazgos y así quieres escribir y así continuar alimentando sueños de literatura. ¿Hasta cuándo? ¿Por qué perseveras en una empresa tonta, ajena y sin porvenir? ¿Qué te fuerza a ello?".
Entonces en el diario, como de sorpresa, Alida, su esposa, se instala en la vida y en la casa de Julio Ramón y llega junto con su hijo, Julito. Así, el viajero parece ir transformándose en un hombre de casa, en un burócrata de la Unesco en París que vive en un barrio feo, escuchando música barroca, leyendo a sus contemporáneos y admirando a Balzac, a César Vallejo, a Bukowski; pero sobre todo, se convierte en un hombre que padece cáncer de esófago y empieza a fumar cigarros mentolados, a comer verduras, a llevar una alimentación sana; es un escritor inconforme con sus libros cada vez que los relee y que sabe que detrás de esa páginas no hay sino un hombre común y corriente:
“No concibo mi vida más que como un encadenamiento de muertes sucesivas. Arrastro tras de mí los cadáveres de todas mis ilusiones, de todas mis vocaciones perdidas. Un abogado inconcluso, un profesor sin cátedra, un periodista mudo, un bohemio mediocre, un impresor oscuro y, casi, un escritor fracasado. Noche de gran pesimismo”.
Otro ejemplo:
"Si mi unión con Alida fracasa algún día no será tanto por la oposición de nuestros caracteres como por la identidad de nuestros defectos. Su orden con mi desorden, su higiene con mi desaliño, su locuacidad con mi silencio, su sociabilidad con mi enclaustramiento, mal que bien han hecho un ménage durante casi veinte años... Pero es nuestra común imprevisión y prodigalidad lo que nos pone en una situación en la que nuestra sociedad deja de ser viable. Ambos no tenemos la menor idea del ahorro, de la economía, de la intendencia de la casa y nos precipitamos inconsciente y casi desesperadaemente hacia la ruina".
¿Con qué finalidad se lee el diario de un escritor? Quizá para conocer la vida de un hombre real, sabiendo que detrás de toda historia honesta y particular siempre hay una gran novela universal. Eso son, precisamente, los diarios de este Julio Ramón Ribeyro.

Ribeyro, Julio Ramón (2003), La tentación del fracaso, 2ª ed., Barcelona, Seix Barral, 682 páginas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario