lunes, 30 de julio de 2012

Álbum ilustrado políticamente inconsecuente*



Existen libros que no terminan en el punto final. Hay libros que ni siquiera terminan en las ilustraciones que acompañan el texto. Es más, algunos libros no acaban nunca porque uno vuelve a ellos de forma irremediable: por un recuerdo, una frase, una anécdota. La cosa perdida, de Shaun Tan es uno de estos casos.

“Así pues, ¿quieres oír una historia?”, pregunta el protagonista de este cuento y comienza a narrarnos el día cuando descubrió una cosa que estaba perdida: parecía no encajar en el sitio donde estaba, se veía sola y aunque aparentaba no servir de mucho, al interactuar con ella se dio cuenta que se divertían. Shaun, el personaje, decide buscar a su dueño, pero nadie quiere serlo; después, sin saber qué hacer, la lleva a casa de un amigo para ver si él le puede decir qué es esa cosa y a quién puede pertenecer, pero su amigo Pete le comenta que hay cosas que simplemente están perdidas. Por ello Shaun se va de ahí junto con su cosa y la mete a su casa, donde sus padres no se dan cuenta de su existencia sino hasta que Shaun se los hace notar. Obvio, le piden que devuelva la cosa o se deshaga de ella, pero Shaun decide esconderla en el cobertizo y alimentarla con esferas de Navidad. Sin embargo, un día ve en el periódico un anuncio donde se dice que si se encuentran cosas perdidas, se deben llevar a cierta oficina gris y sin ventanas donde se pueden quedar.

Así es como Shaun toma su cosa y acude a este sitio, pero un intendente le comenta que ahí las cosas perdidas no se encuentran, sino que solamente se consigue olvidarlas. Eso sí, le recomienda un lugar a donde puede llevarla.

De esto trata la historia en este libro, pero no acaba ahí, sino que se complementa con las ilustraciones que nos hacen conocer a la cosa: una especie de tetera roja gigante con patas cangrejo, que les da agua a los patos que se encuentra en la calle y que posee puertas, cajones y ventiladores que la convierten en “algo” amigable. También está Shaun, un joven de pantalones café acampanados, camisa arremangada y con el cuerpo jorobado. Y además, los cientos de personas que deambulan sin percatarse de estas cosas perdidas, del entorno que los rodea; quienes viven enteradas de las últimas noticias gracias a periódicos y televisiones, pero que son incapaces de fijarse a su alrededor para saber si todo está bien. Además de ello, están el Departamento Federal de Censura, el Departamento Federal de Información y el Departamento Federal de Objetos Inútiles, todos ellos representados por un cerdo que lo mismo se cuestiona, que no ve o que puede volar. Pero sobre todo, está la narración de Shaun Tan que pese su sencillez no deja de tener una enseñanza, que tras la nostalgia muestra un posible camino, y que no termina nunca porque las buenas historias no acaban jamás.

Autor: Shaun Tan
Título: La cosa perdida
Año: 2007
Editorial: Bárbara Fiore
Páginas: 32páginas.

* Publicado en Adefesio.com

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