lunes, 9 de enero de 2012
El temor que conduce a la miseria*
Existe la falsa creencia de que leer convierte a la gente en mejores personas. Si esto fuera cierto, los escritores (quienes supuestamente leen mucho) serían tipos en quien confiar, sin embargo, al menos el personaje de Arraigo domiciliario, es un cobarde y un imbécil.
Novela que cuenta la época de desventura de un individuo de quien nunca se sabe el nombre, Arraigo domiciliario, de Óscar Escoffié Padilla (México, D.F., 1972), es una historia sobre las miserias de un joven quien con tal de no enfrentarse a los malos entendidos es capaz de llegar a la mendicidad y a olvidarse de familia, trabajo y futuro. Todo comienza cuando el abuelo del personaje llega a vivir con él e inventa chismes: al parecer al nieto le gustan las niñas y por eso las atrae regalándoles dulces. Así, el día que una pequeña aparece muerta y violada, las habladurías del abuelo parecen acusar al protagonista. Por lo anterior, cuando una turba va a lincharlo, el personaje huye de esa casa y empieza su recorrido por una ciudad que es hostil debido a las coincidencias que siempre juegan en contra de él.
Escritor de un semanario, maestro y antiguo autor publicado, este hombre es un desagradecido con las personas que le brindan su confianza: una prostituta a quien miente respecto a su identidad, un amigo que lo convierte en titular de un taller literario al que el escritor se empeñará en hacer fracasar, y un matrimonio que lo ve como héroe por brindarles unos minutos en que le muestran los versos que ha escrito la mujer (quien ahora vive en silla de ruedas).
Novela que narra la humildad de algunos personajes y la pobreza espiritual del protagonista, Arraigo domiciliario es una efectiva narración que le valió al autor el Premio Nacional de Novela (Premios Nacionales de Literatura Ciudad Ecatepec 2008 en homenaje a Enrique González Rojo Arthur). Muestra, además, la pedantería de cierto tipo de escritor que habla de miseria cuando nunca la ha sufrido y que cuando la padece se cree por encima de todos. Quizá por ello, el protagonista no hace sino criticar todo su entorno aún cuando es mejor que el caos en que vive: “Al principio prestar atención era morbosamente intrigante, luego, máxime si querías descansar, oír lo inevitable era realmente molesto”.
Sin embargo, cuando el personaje principal se convierta en un ser deleznable será cuando al fin consiga un poco de humanidad: “Un poquito de gentileza: a veces eso era todo lo que precisaba un derrotado para resistir cien batallas más”.
Arraigo domiciliario es una tragedia, es cierto, pero el protagonista es tan desfachatado que consigue que el lector ría de la mala suerte que lo persigue. Así, la novela se vuelve un retrato ameno sobre la caída de un hombre que teme enfrentar sus problemas.
Escoffié Padilla, Óscar (2008), Arraigo domiciliario, México, Verso destierro, 160 páginas.
* Publicado en Adefesio.com
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