lunes, 9 de enero de 2012
El escritor que se convirtió en político*
En abril de 2000, Mario Vargas Llosa (Arequipa, Perú, 1926) acudió al Tecnológico de Monterrey a impartir la conferencia “Literatura y política”, en el marco de la Cátedra Alfonso Reyes. Como parte de este evento, quien más tarde sería galardonado con el Premio Nobel, hizo un resumen de su vida y de sus pasiones: por un lado el lenguaje y su amor por éste, y por el otro su vida como actor político en su país (cuya culminación fue la candidatura presidencial en 1990, misma en que resultó derrotado por Alberto Fujimori).
Representante del llamado “boom latinoamericano”, Vargas Llosa comienza por cuestionarse por qué hoy se vislumbra a la literatura y a la política como dos cosas disociadas, pues en la década de los setenta y ochenta nadie se cuestionaba si debía escribir literatura o dedicarse a la política, ya que ambas eran partes de un mismo asunto: el bienestar de la sociedad. “Quienes pensaron alguna vez que podían cambiar la vida, la historia, escribiendo novelas o poemas parecen, desde la perspectiva de los escritores contemporáneos cultores de la literatura light, ingenuos, vanidosos o idealistas totalmente desconectados de la realidad”.
Así, el autor de novelas que retrataban y condenaban la vida peruana y la política de países como República Dominicana, censura a la literatura que sólo busca la belleza del lenguaje: “Yo tengo el convencimiento de que, si la literatura sólo es eso y sólo propone eso, está condenada a empobrecerse e incluso a desaparecer. No creo que proponiéndose entretener la literatura pueda sobrevivir en una sociedad en la que hay tantas maneras de divertir, distraer, apartar a la gente de la rutina cotidiana”.
Sin embargo, para rescatar a novelas como La guerra y la paz señala que éstas retratan al individuo y su sociedad, de tal forma que se vuelven políticas pero sin caer en el panfleto: “La gran literatura es grande no sólo por razones estrictamente literarias, sino porque en ella el talento, el dominio del lenguaje, la sabiduría en el uso de las formas sirven para que en nosotros se produzcan cambios, no sólo como individuos amantes de la belleza literaria, sino como ciudadanos, como miembros de un conglomerado social”.
De esta forma, Vargas Llosa establece su credo y su maridaje con la novela, de la cual asegura que está envenenada de humanidad y por lo mismo retrata incluso sus defectos: “la novela es un genero esencialmente imperfecto y, en este sentido, el más humano de todos, porque incluso da cuenta de la imperfección humana en su propia esencia”.
Por ello, Literatura y política se convierte en un mapa para entender la literatura del también Premio Príncipe de Asturias y del Premio Miguel de Cervantes, en el cual se puede rastrear la infancia que lo marcó desde el punto de vista social, hasta su etapa adulta en la cual se ha convertido en un puntilloso ensayista que desde su escritorio de novelista es capaz de discernir sobre los problemas políticos que asolan a su natal Perú, pero también a todo el mundo.
Vargas Llosa, Mario (2001), Literatura y política, México, Ariel / Tec de Monterrey, 112 páginas.
*Publicado en Adefesio.com
Antología personal, de Gonzalo Martré*
Con la llegada de Vicente Fox a la Presidencia de la República en 2000, en México la figura presidencial perdió la solemnidad y el respeto que se le tenía. Entonces, caricaturistas, líderes de opinión y periodistas comenzaron a hacer abiertamente burlas del presidente y de su círculo cercano. Más tarde, con la masificación de las redes sociales y el anonimato que éstas permiten, este libertad se extendió a la población en general, quien hoy en día puede incluso mentarle la madre al presidente sin aparente consecuencia (con excepción de algunos gobernadores que han encarcelado a tuiteros o el hombre que fue detenido después de burlarse de la muerte del secretario de Gobernación). Sin embargo, hace 15 años o más, satirizar a un político o a un personaje que estuviera cerca del poder significaba la muerte (literal o metafórica) para el “gracioso” que se atreviera. Gonzalo Martré (Meztitlán, Hidalgo, 1928) fue uno de los pocos que se atrevió y eso le valió la censura en la cual ha vivido. Leer más...
*Publicado en Librosampleados
El temor que conduce a la miseria*
Existe la falsa creencia de que leer convierte a la gente en mejores personas. Si esto fuera cierto, los escritores (quienes supuestamente leen mucho) serían tipos en quien confiar, sin embargo, al menos el personaje de Arraigo domiciliario, es un cobarde y un imbécil.
Novela que cuenta la época de desventura de un individuo de quien nunca se sabe el nombre, Arraigo domiciliario, de Óscar Escoffié Padilla (México, D.F., 1972), es una historia sobre las miserias de un joven quien con tal de no enfrentarse a los malos entendidos es capaz de llegar a la mendicidad y a olvidarse de familia, trabajo y futuro. Todo comienza cuando el abuelo del personaje llega a vivir con él e inventa chismes: al parecer al nieto le gustan las niñas y por eso las atrae regalándoles dulces. Así, el día que una pequeña aparece muerta y violada, las habladurías del abuelo parecen acusar al protagonista. Por lo anterior, cuando una turba va a lincharlo, el personaje huye de esa casa y empieza su recorrido por una ciudad que es hostil debido a las coincidencias que siempre juegan en contra de él.
Escritor de un semanario, maestro y antiguo autor publicado, este hombre es un desagradecido con las personas que le brindan su confianza: una prostituta a quien miente respecto a su identidad, un amigo que lo convierte en titular de un taller literario al que el escritor se empeñará en hacer fracasar, y un matrimonio que lo ve como héroe por brindarles unos minutos en que le muestran los versos que ha escrito la mujer (quien ahora vive en silla de ruedas).
Novela que narra la humildad de algunos personajes y la pobreza espiritual del protagonista, Arraigo domiciliario es una efectiva narración que le valió al autor el Premio Nacional de Novela (Premios Nacionales de Literatura Ciudad Ecatepec 2008 en homenaje a Enrique González Rojo Arthur). Muestra, además, la pedantería de cierto tipo de escritor que habla de miseria cuando nunca la ha sufrido y que cuando la padece se cree por encima de todos. Quizá por ello, el protagonista no hace sino criticar todo su entorno aún cuando es mejor que el caos en que vive: “Al principio prestar atención era morbosamente intrigante, luego, máxime si querías descansar, oír lo inevitable era realmente molesto”.
Sin embargo, cuando el personaje principal se convierta en un ser deleznable será cuando al fin consiga un poco de humanidad: “Un poquito de gentileza: a veces eso era todo lo que precisaba un derrotado para resistir cien batallas más”.
Arraigo domiciliario es una tragedia, es cierto, pero el protagonista es tan desfachatado que consigue que el lector ría de la mala suerte que lo persigue. Así, la novela se vuelve un retrato ameno sobre la caída de un hombre que teme enfrentar sus problemas.
Escoffié Padilla, Óscar (2008), Arraigo domiciliario, México, Verso destierro, 160 páginas.
* Publicado en Adefesio.com
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