martes, 8 de febrero de 2011

Morir por una historia*



La frase hecha “morir de amor” tiene muchas variantes. Sin embargo, en Agnes de Peter Stamm (Winterthur, Suiza, 1963), renueva su sentido y nos muestra cuán dolorosa y afectiva puede ser una relación de pareja: “Agnes ha muerto. Ha muerto por una historia. Y nada me ha quedado de ella salvo esa historia”, nos cuenta el narrador de la novela una vez que la ficción ha alcanzado a la realidad, después de que él mismo ha escrito la historia de sus días al lado de Agnes.

Todo empieza una tarde cuando el narrador está en una biblioteca de Chicago y observa a una muchacha frente a sí: “Su físico no llamaba la atención, era delgada y no muy alta, su tupido pelo castaño le llegaba hasta los hombros, tenía la cara pálida y no estaba maquillada. Lo único insólito era su mirada. Parecía como si sus ojos pudieran transmitir palabras”. ¿Y qué puede hacer uno al toparse con una mujer así? Salir a fumar, invitarla por un café, hacerle creer que la rutina y las coincidencias son motivos suficientes para empezar una relación amorosa.

De esta forma, ella se enterará que el narrador escribe un libro sobre ferrocarriles de lujo, mientras que ella intenta descubrir por medio de modelos matemáticos a qué se debe el caos que rodea el orden del universo. Son dos seres solos en Chicago, sin familia, quienes con un pretexto se conforman para empezar a vivir juntos, se hacen preguntas trascendentes y se quedan en silencio cuando no tienen nada más qué decir.

Una tarde, de esas que disfrutan de sus silencios compartidos, Agnes le pregunta por qué ha dejado de escribir ficción y lo invita a que escriba la historia de ellos, a inmortalizarla por medio de una buena historia. Él, con tal de darle un gusto a la mujer que ama, comienza: “Vi a Agnes por primera vez en la Chicago Public Library, en abril de este año. Me llamo la atención nada más sentarse frente a mí en la sala de lectura”. A pesar de ello, no deja de advertirle: “La felicidad no da para buenas historias. La felicidad no puede describir. Es como la niebla, el humo, transparente y volátil”.

Es entonces cuando todo adquirirá una nueva realidad, pues con tal de que la historia sea lo más apegada a lo que ellos viven, Agnes es capaz de acudir con el vestido azul que el ha descrito en su relato, o irse a vivir al departamento de él cuando el personaje del cuento se lo pide a la Agnes de papel.

Así, los límites de la vida real comienzan a desaparecer y el final desembocará en una impactante escena que es la que mejor empata con los personajes de papel, aunque en ello vaya la vida de Agnes, tal como nos advierte desde el primer renglón de la novela Peter Stam.

Novela escrita con palabras bien vitaminadas, Agnes es una muestra de la una narrativa europea que no por ser aséptica deja de vibrar de emoción. Es, además, la descripción de las nuevas formas de relacionarse con una pareja: disfrutando (quizá en exceso) de la individualidad y compartiendo sólo lo que es imprescindible.

Stamm, Peter (2001), Agnes, El Acantilado, Barcelona, 152 páginas.

*Publicado en Adefesio.com

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